sábado, 11 de abril de 2009

A mis compañeros.

Es sólo un fragmento del todo que había preparado como discurso en la ceremonia de la colación...pero creo que las palabras podrían resultar provechosas para quien las necesite en algún momento...les dejo con esa parte!

Terminamos juntos una etapa de nuestras vidas. Crecimos de la mano. Algunos vinieron a nosotros, y otros se fueron de nuestro lado en búsqueda de algo mejor o diferente. Pero bien, la culminación de una etapa marca el inicio de otra. Asumiendo que lo mejor aún no vino, deseo dejarles un mensaje.
El éxito que todos buscarán alcanzar no es un destino ni menos una cuestión de suerte; mas bien es la realización progresiva de objetivos predeterminados. Dicho de otra manera, antes de siquiera pensar en el éxito debemos saber claramente que objetivos fijarnos para cada ámbito de nuestras vidas. Por supuesto que mientras más dificultades y obstáculos se presentasen en nuestro camino, mayor será la satisfacción. La mediocridad es un gran inhibidor en este proceso de muy largo plazo.
Pensadores clásicas de la Nueva Acrópolis Argentina advierten que el miedo ante el fracaso aleja al éxito. Actuar para lograr el éxito implica muchos riesgos y los resultados pueden ser diferentes. La victoria es una posibilidad. Pero ante un desenlace negativo como el fracaso, volver a intentarlo y de rectificarse son posibles soluciones. Claro está que, sin arriesgar algo y sin sacrificios, no llegaremos a ningún lado porque el que nada hace, nada consigue. Y finalmente sólo nos queda el amargo sabor del miedo al fracaso, antes de haber saboreado siquiera algo o tras el primer intento fallido.
El Cardenal Richelieu afirma que la experiencia nos demuestra que, si uno prevé de lejos los objetivos que quiere alcanzar, es posible actuar con rapidez cuando llega le momento para hacerlos realidad. No debemos actuar sin considerar las consecuencias y tampoco sin haber reflexionado cuál será el final de su empresa.
Es sabido que el futuro es algo incierto y deberíamos mantenernos abiertos ante posibilidades de adecuación. Por supuesto que, sólo teniendo objetivos claros y planes a largo plazo nos permitimos hacer el uso correcto de dicha libertad. Es por eso que un plan debe contar con alternativas e incluir flexibilidad para poder manejar adecuadamente cambios repentinos.

miércoles, 8 de abril de 2009

a modo de excusa

el otro día me agarró muy de sorpresa un compañero al pedirme que ejecute algo en el piano...recién después me pregunté porqué realmente no fui capaz de sentarme y darle ese gusto...siendo que en realidad lo que siempre (desde hace diez años) hice fue ejecutar el piano ante un público familiar normalmente...
a él incluso la nada lo lleva a garabatear...no tiene problemas en plasmar su talento en un trozo de papel y mostrarlo...
realmente la timidez creo q no es mi problema...al menos sé que disimulo bien y escondo el miedo de equivocarme tras gestos toscos, el ceño fruncido y una mirada muy serio...
pero habiendo pensado unos minutos, me di cuenta de porqué sucedió esto...
la principal diferencia radicaría en que el que pinta exhibe sus obras ya terminadas, pulidas y acabadas...no importa si le tomó un mes, varias semanas, años terminar un dibujo...este lo muestra cuando lo crea terminado...
en los músicos, el talento (o ausencia del mismo) se demuestra en el escenario...y no importan las horas de práctica ni las gotas de sudor y lágrimas derramadas...si durante un concierto o sinfonía (pieza de cuatro movimientos que dura aproximadamente una hora) se rompe la armonía, queda evidenciado el error del pianista...quizás sea UNA nota...pero su ejecución determina el éxito o el fracaso de una ejecución...